Nativos e inmigrantes digitales: encuentros y desencuentros
La computadora puede favorecer y enriquecer el
encuentro entre los nativos y los inmigrantes digitales.
La educación está en crisis, y esto lo podemos comprobar a diario
todos los que afrontamos el desafÃo de ejercer nuestra profesión
docente. Independientemente del nivel educativo en el que nos
desempeñemos, aparecen como un lugar común en las conversaciones
con nuestros colegas frases tales como: “los
chicos no aprenden”, “no prestan atención”, “no
se interesan por nada”, “hoy tuve que interrumpir
la clase tres veces para pedirles que apaguen los
celulares”, entre otras.
ParecerÃa que el aula se ha transformado en
un campo de batalla en el que combaten dos
fuerzas opuestas: docentes que nos empeñamos
en enseñar, y alumnos que se resisten a
aprender. Esta problemática puede ser analizada
desde diferentes puntos de vista –sociales,
polÃticos y económicos, entre otros–, pero vamos a centrarnos en un
aspecto que muchas veces es ignorado: la cultura digital.
Vivimos rodeados de tecnologÃa: cajeros automáticos, teléfonos
celulares, electrodomésticos con funciones programables, lectores
de códigos de barras y, por supuesto, computadoras. Pero tal vez no
nos detuvimos a pensar que estos dispositivos no son solo máquinas
electrónicas que nos facilitan la vida cotidiana, sino que tienen implÃcito
un código propio, un lenguaje y una cultura.
En el marco de esta nueva cultura emergente, podemos definir dos categorÃas de sujetos: los nativos digitales y los inmigrantes
digitales.
Estas categorÃas fueron establecidas por Marc Prensky,
un especialista en educación y diseñador de videojuegos. Según él,
los nativos digitales son aquellos jóvenes de menos de 30 años que
han nacido y crecido con la tecnologÃa. Del mismo modo en que
incorporaron la lengua materna, incorporaron los códigos propios de
la cultura digital, que no solo se relacionan con la capacidad de
manejar naturalmente todo dispositivo que pasa
por sus manos –aunque ningún profesor ni curso
formal les haya enseñado a hacerlo–, sino que
también han configurado su interacción con el
mundo.
Las nuevas generaciones son multitarea
e hipertextuales, y esto lo podemos comprobar
simplemente observando cómo buscan
información en Internet para elaborar un trabajo
práctico en un procesador de textos, mientras se
comunican en lÃnea a través de las redes
sociales, miran su video favorito en YouTube y
se rÃen de los chistes que algún locutor grita desaforadamente desde
la pantalla del televisor; y todas estas situaciones suceden, por
supuesto, de forma simultánea.
Los nativos digitales crecieron rodeados de pantallas y teclados;
muchos de ellos tienen en su casa una o dos computadoras y una consola de videojuegos; y además tienen su propio teléfono celular
desde muy pequeños. Con algunas diferencias, esta realidad
atraviesa a todas las clases sociales, porque los videojuegos, Internet,
los teléfonos celulares y la mensajerÃa instantánea se han convertido
en parte integral de nuestras vidas y en la nueva forma de
comunicación e interacción social del tercer milenio.
Pero en esta sociedad del siglo XXI también habitan los inmigrantes
digitales, los adultos de más de 30 años que fuimos formados en
patrones culturales diferentes. Hemos sido moldeados por una cultura
centrada en el libro, la tiza y el pizarrón, y esto nos ha configurado como
monotarea y secuenciales. Del mismo modo en que un inmigrante
debe incorporar el lenguaje y los patrones culturales distintos de los
de su origen, tuvimos que aprender los códigos de la cultura digital.
La
mayorÃa de los docentes pertenecemos a esta última categorÃa.
Más allá del grado de acercamiento que hayamos logrado con la
tecnologÃa, e incluso hasta los que hemos desarrollado una suerte de
tecnofilia (adicción a la tecnologÃa), los inmigrantes digitales tenemos
algunos patrones comunes de comportamiento que nos caracterizan.
Por ejemplo, imprimir los correos electrónicos o la información que
buscamos en Internet, porque no podemos leer desde una pantalla;
o escribir borradores en forma manuscrita, para luego pasarlos a la
computadora con el único propósito de imprimirlos. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que el desencuentro parece
casi inevitable.
En la actualidad, los jóvenes están aprendiendo de
manera informal, fuera de la escuela, por su cuenta, un conjunto de
habilidades y técnicas de acceso, manipulación y circulación de la
información que muchos adultos ignoramos.
En el mejor de los casos, intentamos incluir el recurso informático
en nuestras clases, pero muchas veces lo hacemos utilizando la
computadora del mismo modo en que utilizarÃamos el libro, la tiza o
el pizarrón, y sin entender claramente que un medio didáctico cambia
la naturaleza de la actividad, la reestructura, y no puede entenderse
como un mero facilitador de una acción que se desarrollarÃa igual sin su
presencia, o a través de otro medio menos costoso.
¿Es posible el encuentro? La dicotomÃa o división generacional
planteada solo pone en escena un aspecto indiscutible de la realidad actual. Ahora bien, recordemos que en vez de rendirnos pensando que
se trata de una causa perdida de antemano y que no podemos competir
con la tecnologÃa, deberÃamos comenzar a generar una actitud que nos
lleve a conocer y analizar otras evidencias.
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