La motivación
La motivación es esa fuerza interna que nos impulsa a la acción, el motor, la energía interior que
nos ayuda a actuar, enfrentando desafíos y superando dificultades. Influye de una manera
importante en el aprendizaje y una forma de lograrla es creando entornos de enseñanza y
aprendizaje amenos, en donde los estudiantes tengan la posibilidad de aprender en colaboración,
de investigar sobre el mundo real y donde puedan desarrollar las habilidades fundamentales para
el siglo en el que vivimos.
Pero… ¿Cómo motivar a nuestros estudiantes? ¿Cómo involucrarlos con su propio aprendizaje?
Una forma de lograrlo es creando entornos de enseñanza-aprendizaje amenos, en donde tengan la
posibilidad de aprender en colaboración, investigar sobre el mundo real y desarrollar las
habilidades del siglo XXI que necesitarán imperiosamente, una vez que egresen del sistema
educativo y deban acceder a estudios superiores o insertarse con éxito en el mercado laboral.
Esto solo podrán lograrlo, si les ofrecemos propuestas que resulten motivadoras antes, durante y
después de una situación de aprendizaje, para que se vaya generando naturalmente una
predisposición favorable frente al estudio.
¿Que deberían ofrecer a cambio los estudiantes, en una situación óptima de enseñanza aprendizaje?
Querer aprender, actuar responsablemente frente a las tareas a desarrollar, no tener
miedo a equivocarse y animarse a preguntar, ser creativos y curiosos, entre muchas otras
actitudes positivas.
Y si bien esperamos todo esto de ellos, olvidamos por lo general, considerar que nuestros
estudiantes tienen diferentes estilos de aprendizaje y que deberíamos tenerlos en cuenta al
momento de organizar una estrategia de enseñanza.
Es muy común encontrarnos con alumnos
que están igualmente motivados, de aproximadamente la misma edad y bagaje cultural y sin
embargo, aprenden de manera diferente.
Esto es así porque existen diferentes estilos de
aprendizaje, esto significa que los estudiantes utilizan diferentes métodos o estrategias para
aprender, es decir que, cada uno tiende a desarrollar ciertas preferencias o tendencias globales,
que definen un estilo de aprendizaje. Son los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven
como indicadores relativamente estables de cómo los alumnos estructuran los contenidos, forman
y utilizan conceptos, resuelven los problemas, interpretan la información, o seleccionan medios
para su representación.
No hay comentarios