La identidad digital y sus propiedades


La identidad digital es esencialmente social. A medida que el individuo proyecta su personalidad en la Red, especialmente en las redes sociales, sus vecinos digitales le caracterizan y reconocen de forma efectiva, incluso en ocasiones en que no se ha producido una verificación presencial de la identidad. : 

La identidad digital es subjetiva. Tanto la percepción del “yo” como del “nosotros” están basadas en la experiencia que personas diferentes construyen y que les permiten reconocerse. 

La identidad digital es valiosa. La propia actividad de los sujetos genera capital informacional que puede ser empleado para establecer relaciones personalizadas y para tomar decisiones en las relaciones con las personas, con un mayor grado de confianza. 

La identidad digital es referencial. De hecho, una identidad no es una persona o un objeto, sino una referencia a dicha persona u objeto. 

La identidad digital es compuesta. Mientras que algunas informaciones son suministradas de forma voluntaria por los propios usuarios, otras informaciones sobre los mismos son construidas por terceros, sin la participación del sujeto en cuestión. 

La identidad digital produce consecuencias. La divulgación de la información en ocasiones puede generar efectos, y en otros casos, es la no divulgación la que constituye una amenaza por sí misma. 

La identidad es dinámica, porque se encuentra en cambio y modificación permanente. Especialmente en Internet, la identidad digital se debe ver como un flujo de informaciones, en lugar de como una foto fija de una persona. 

La identidad es contextual. Dado que la divulgación de la información puede generar un impacto negativo empleada en un contexto erróneo, o sencillamente ser irrelevante, mantener las identidades segregadas entre sí permite tener más autonomía.

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